12/7/05

Quitter

Hace 819 días la mujer que atendía la taquilla del Museo del Hombre en Trocadero me vendió la última entrada que se expidió en el que fuera templo francés de la antropología. Había hecho un poco de tiempo viendo el bar-restaurante de al lado. Estaban abriendo. Desde los ventanales se veía el Sena. Delante de los cristales, al contraluz, los camareros colocaban las sillas. Hay un gran espejo que duplica la apariencia del local. Como siempre alguien me dijo que no podía sacar fotos. Va a ser verdad eso de que te roban el alma o algo cuando te hacen una foto. O le roban el alma a los objetos. ¿Qué sentido tiene la prohibición? Un tipo que quiera volar un restaurante o montar uno igual ¿necesita una cámara de fotos? De todas las prohibiciones que me han hecho a la hora de obtener imágenes, la que más me impresionó fue la de un soldado que, cerca de un campo de tiro, me dijo: -¡Eh! Aquí no se pueden quitar fotos. ¿De dónde saldrá ese “quitar”? Aquí sí parece existir un temor al hurto. Quitar ¿Quitter?

A lo que iba: hace 819 días, recorrí en soledad los pasillos del Museo del Hombre contemplando las vitrinas vacías y sus reflejos. Las peanas en las que estuvieron colocadas miles de piezas de tribus, culturas y países diferentes y que ahora duermen vete a saber dónde en espera de que alguien haga algo. Fue un paseo melancólico en el que pude fotografiar a mi antojo todo lo que tuve delante… que era poco.

“La realisation du projet de rénovation du Musée de l'Homme sera conduite sur 5 années. » Dice la página oficial. On vera

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